Galletas digestive... hechas en casa

Las galletas digestivas se conocen al menos desde 1876, son originalmente semidulces, que pueden comerse tal cual, con un café o un té con leche o servir como acompañamiento de un snack salado. Su nombre se debe a que hace años se pensaba que tenían propiedades antiácidas gracias a su contenido de bicarbonato sódico.

También se comercializan galletas digestivas de chocolate, con la base cubierta de chocolate con leche, negro o blanco.

A mi me gustan con un té por la tarde... pero si compro las que tienen una capa de chocolate, en casa pueden desaparecer el mismo día. Por eso estuve buscando recetas para prepararlas.

Esta receta en concreto la he visto en el blog "El rincón de Bea" que recomiendo seguir porque es una apasionada de la repostería y lo demuestra en cada receta que comparte.

Ingredientes

125 g mantequilla a punto pomada
60 g azúcar moreno
1 cucharada de extracto de malta (yo he usado miel)
1 huevo batido
125 g harina repostería
150 g harina integral
35 g salvado de trigo
1 cucharadita de levadura en polvo

Preparación

Batir la mantequilla, el azúcar y el extracto de malta en un bol hasta que consigamos una mezcla ligera, y suave.

Añadir el huevo batido poco a poco, asegurándonos de que esté bien integrado antes de seguir añadiéndolo.

Tamizar las dos clases de harina, el salvado de trigo y la levadura en polvo en un bol.

Incorporar los ingredientes secos en la mezcla de la mantequilla en tres veces, hasta que consigamos una masa compacta. Envolver la masa en papel film y refrigerar durante una hora.

Con un rodillo, aplanar la masa entre dos hojas de papel parafinado. Con un corta pastas redondo cortar las galletas y colocarlas en la bandeja.

Refrigerar durante otros 20 minutos más.

Precalentar el horno a 180º. Hornear durante 12 minutos o hasta que estén de un color dorado. Dejar enfriar unos minutos y luego pasarlas a una rejilla.

Se pueden conservar en un recipiente hermético durante cinco días... en casa no creo que duren tanto!